La contaminación lumínica, gran amenaza para la biodiversidad

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La contaminación lumínica, gran amenaza para la biodiversidad

La contaminación lumínica provoca un importante impacto en los ecosistemas, induciendo cambios fisiológicos y de comportamiento en los animales, siendo una gran amenaza para la biodiversidad. Los eventos de mortalidad masivas desde el punto de vista de la conservación, son una de las consecuencias ecológicas más severas de la contaminación lumínica, involucrando una amplia gama de taxones.

En octubre de 1988 el Gobierno Español aprobó una ley, conocida como la “Ley del Cielo”, que pretende regular los niveles de contaminación lumínica, atmosférica y radioeléctrica, así como las rutas aéreas en Canarias, y está diseñada para conservar el cielo. Uno de los aspectos más importantes, es la regulación de la iluminación de exteriores en la isla de La Palma y en parte de la isla de Tenerife que tiene visión directa desde la Isla de La Palma, con el fin de proteger estas zonas de contaminación lumínica. La (ley 42/2007), de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, se centra en la Conservación de la biodiversidad silvestre, estableciendo la obligación de que las Comunidades autónomas adopten las medidas necesarias para garantizar la conservación de la biodiversidad que vive en estado silvestre, atendiendo preferentemente a la preservación de sus hábitats y el establecimiento de regímenes específicos de protección para aquellas especies silvestres cuya situación lo requiera.

Cada año, las luces artificiales nocturnas constituyen una amenaza emergente que está produciendo un importante impacto en miles de polluelos de pardela cenicienta atlántica (Calonectris borealis), induciendo alteración de comportamientos naturales y cambios fisiológico. Se encuentra incluida en el libro rojo de las aves de España, catalogada como “vulnerable”, además se incluye en el Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y en el Catálogo Canario de Especies Protegidas (Ley 4/2010).

Se trata de una especie altamente pelágica, que vive en mar abierto y migradora que se reproduce en las costas de las islas Canarias, siendo el ave marina más abundante. Nidifica a partir de marzo en colonias ocupando zonas rocosas abruptas, dentro de cuevas o túneles naturales. Durante los primeros días de vida, el pollo es cuidado por sus dos padres. Cuando los jóvenes casi han llegado al final de su desarrollo, sus padres los abandonan y deben aprender por si mismos a pescar. La intensificación de los usos turísticos del litoral repercuten sobre el éxito reproductor de la especies, estas zonas costeras se ven afectadas por la iluminación nocturna de áreas urbanizadas que causan un gran problema. Estos juveniles en su abandono del nido, son atraídos hacia la luz, desorientándolos durante sus primeros vuelos, chocando con numerosas infraestructuras. Muchas son las ocasiones en las que acaban en lugares donde no les es posible retomar el vuelo y al que se les expone a otras fuentes de mortalidad como los atropellos, la depredación por parte de predadores, deshidratación, etc. Es necesario, por lo tanto, desentrañar las implicaciones de esta fuente de estrés ambiental para reducir la caída o mortalidad de las poblaciones amenazadas.

Autora: Marta Espinilla, bióloga del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Tahonilla

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